Buenos días a todos. No se cumplen cien años todos los días.
Celebramos que hoy hace cien años que este templo fue bendecido por el segundo
obispo de Almería en el siglo XX: después de D. Santos Zárate Martínez, D.
Vicente Casanova y Marzol.
Hacía justo seis años que había llegado a nuestra ciudad, el
5 de abril de 1908, ocasión en la que manifestó: “Cuando los Apóstoles entraban
en una ciudad, lo primero que decían era PaxVobis; yo, sucesor de los
Apóstoles, al penetrar en la capital de mi diócesis, para la cual consagro los
afectos más caros de mi alma, mis labios pronuncian con afecto todo de mi pecho
las palabras que Jesucristo mandó decir a sus Apóstoles: PaxVobis, la paz sea
con vosotros, por que vosotros sois hijos de la paz”.
Tiempo después escribía al Nuncio del Papa en España: “Aunque
hay muchas cosas que hacer, en verdad la diócesis no está tan mal como algunos
la habían pintado… Doy gracias a Dios de encontrarme con una tierra abandonada
y fértil, capaz de producir abundantes frutos”.
Cien años después podemos constatar la fertilidad de esta
tierra en vida cristiana en este último siglo: San José María Rubio, la Beata
Josefa Ruano, la Beata Dolores R. Sopeña, el Beato Obispo Mártir D. Diego
Ventaja, tantos y tantos que han vivido con fidelidad su peregrinación en el
amor a Dios y a los hermanos.
Hoy celebramos estos cien años con la petición y la
intención de ser como nos dice el Papa Francisco, discípulos y misioneros de
Cristo, viviendo la alegría del Evangelio; en comunión con nuestro Obispo D.
Adolfo González Montes, al que hemos recibido de todo corazón, y cuyo lema episcopal
reza: En amistad con Cristo, que hemos colocado a perpetuidad en la fachada de
nuestro templo.
Damos la bienvenida afectuosa a todos los que habéis venido a compartir con nosotros esta gran alegría: en especial a los sacerdotes que han servido esta Parroquia en los últimos 50 años: D. Luis Serrano, D. Alfonso Viúdez, D. Diego Alonso, D. Alberto Beltrán, y D. Joaquín Gutiérrez. Gracias por estar hoy aquí.
Gracias desde el principio a todos los que habéis hecho
posible esta celebración. Vivámosla con fervor para que nos ayude a vivir la
alegría del Evangelio en amistad con Cristo.
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